martes, 8 de mayo de 2012

La imigración y la maternidad

Hace unos años cuando mi amiga Maria me dijo que regresaba a nuestro país, porque quería que su primer hija Rocío creciera en contacto con sus abuelos, tios y primos me costó entenderla.
Estábamos las dos en pleno auge y crecimiento en nuestras carreras profesionales y volver implicaba para ella renunciar a un muy buen puesto en una Universidad extranjera. Yo tenía en ese momento el privilegio de estar trabajando para los Centros CAIF, proyecto que amaré toda mi vida, por su ideología y compromiso de trabajo, además que fue mi primer trabajo como psicóloga infantil, asi que veía los argumentos que me daba María como algo exagerados.  Mi amiga no quería que Rocío se perdiera la experiencia de crecer junto con sus abuelos, que pudieran llenarla de besos y ellos a la vez verla crecer, pero en ese momento a mi me parecía que ya podrían  hacerlo más adelante.

Ahora que me toca a mi ser mamá lejos de mi familia, me viene muchas veces a la cabeza esa conversación.
Cuando pienso como quiero educar a Lucas me vienen muchos recuerdos de mi infancia y me veo rodeada no solo de mis padres, pero sino también de mi abuela Chicha, de mis tías abuelas Chacha y China, mis primos...esas Navidades y Cumpleaños todos juntos, cosas que definitivamente marcaron mi infancia.
Me gustaría que mi mamá pudiera prepararle la merienda como hacia la abuela, que algún día lo pudiera ir a buscar al cole, que su tía Peta le contagiara su sentido del humor con esa carcajada tan fácil y especial que tiene y el gusto por la música y la radio o que  la Tía Ro lo malcriara un poquito. Seguro que con ella y el Tío Juan disfrutaría del campo y los animales.

Me gustaría a mi disfrutar esta etapa con mis hermanas y mi mamá. Irnos juntas de compras para Lucas, ponerles las manos en mi panza para que vieran todo lo que se mueve.
 He podido compartir algunas de esas cosas estos últimos días en Málaga con la familia de Alberto, pero definitivamente no es lo mismo.
Agradezco de igual forma que estén conmigo, el abrazo largo  y fuerte que me dió mi cuñada Cristina al despedirnos y las bonitas conversaciones y consejos  que compartimos el Domingo por la mañana. Mi suegra Loli y mi otra cuñada Susana se preocuparon por alimentarme, ofreciéndome comida cada 2 horas,  supongo que casi lo mismo haría mi mamá si me tuviera cerca.

Lucas será por lo tanto un nieto y sobrino a la distancia y es algo que tengo que aceptar aunque me pese. Se que eso no implicará que le falte cariño y atención de de sus abuelas y tías porque será un niño de esta época conectado casi desde el principio a internet, mandaremos miles de fotos, y hablará con sus abuelas y tías todos los fines de semana.
Y siempre que podamos viajaremos a Uruguay y Málaga para que vea y entienda de donde son sus papás y sobre todo porque su mamá habla con un acento diferente.

Aquí tendrá al padrino y Tío Andrés, que le ha caido la responsabilidad de ayudarme a trasmitirle nuestros valores familiares y su primo Yago con quien intentaremos junto con mi prima Paula que está en mi misma situación, recrear algunos de esos Domingos que alguna vez pasamos nosotras  en la casa de Rambla República de México.
La imigración tiene estas cosas, pasan los años, pueden ser ya muchos, pero cada tanto nos viene la "morriña" como dicen los gallegos y la sangre y la tierra tiran

1 comentario:

  1. JAJA TE FALTO ALGO QUE LA TIA RO.. LE TRANSIMITA SU ALTO GRADO DE CONSUMISMO.. JAJA SACARLO AL SHOPPING Y COMPRARLE TODAS LAS PELOTAS DE FUTBOL Y AUTITOS... AHHH COMO ME GUSTARIA...

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